viernes, 22 de noviembre de 2024

Cosas de Mandinga


Se arrastró hacia el eco de su sombra,  

en su penumbra halló verdad sombría,  

y al cruzar el umbral de la zozobra,  

el brillo intenso fue su melodía.  


Miró de frente al borde de su abismo,  

y al asomarse, la duda se hizo canto;  

en un suspiro halló el final mismo,  

mirándose a un lado, quebró el encanto.  


¡No hubo velorio, ni misa, ni entierro!  

La sombra y amigas, ¡qué tremendo encierro!  

A Don Carlos, el pobre, ahí nomás lo morfaron,  

y al fin sus ganas de desdoblarse truncaron.  


Solo un testigo, temblando, observó,  

y al ver tal festín, ¡de un salto escapó!  

Pero el otario no llegó muy lejos,  

otra sombra, hambrienta, lo agarró parejo.  


¿Quién diría, paisano, que un día tan funesto  

sería contado con humor tan grotesco?  

Que entre sombras morfadoras y un alma perdida,  

Don Carlos se fue, ¡y no hay más que su vida!  


¡Así terminó la historia del hombre!  

¿Moraleja, amigo? ¡Por favor, no te asombres!  

Si ves sombras raras rondando en la aurora,  

andate pa’l rancho, ¡no esperes la hora! 

Gastón Gimenez 


No hay comentarios.:

Publicar un comentario