El gato del barrio

 

No sé ni cómo se llama,  

pero en la vereda su reino reclama.  

Lame la mano del que pasa,  

con elegancia, compra caricias sin plata.

Es gris atigrado, de ojos llenos de encanto,  

apenas tira un "miau" y ya compra el vecindario.  

Callejero con estilo, felino intrépido y osado,  

nunca duerme del todo, siempre alerta y bien plantado.

Es el rey de la vereda, el amo de la calle,  

en la calle Eva Perón, su presencia bien le vale.  

De día se pasea, con paso bien fiero,  

de noche es el guardián, el felino más entero.

A veces, se cuela en casas ajenas,  

entra sin invitación, sin cadenas.  

En la mía ha entrado, tan solo un rato,  

toma su bebida y se va sin contrato.

Acaricio su lomo, le doy un buen trato,  

él me mira de reojo, un señor entre gatos.  

Pide salir con maullidos sutiles,  

se escapa a su mundo de cosas febriles.

Un día desapareció, ¡todos nos alertamos!,  

el barrio en silencio, con él nos quedamos.  

Pero al poco tiempo, al gato retuvieron,  

dicen que lo quisieron llevar, pero él se escapó sin freno.

Volvió al vecindario con más bravura,  

como si esa experiencia le diera armadura.  

Más audaz que nunca, su paso seguro,  

el gato mostró que es un rey sin apuro.

Ahora corre por techos y salta sin miedo,  

el barrio celebra su regreso tan fiero.  

Sus ojos brillan como nunca antes,  

el gato que volvió, más fuerte y desafiante.

Le dieron batalla, pero no lo quebraron,  

con más fuerza que antes, los retos burlaron.  

Aunque más curtido, camina el asfalto,  

con la frente en alto, al gato del salto.

Hoy lo veo pasar, con su andar galante,  

el felino valiente, el barrio su amante.  

Es el rey que no teme, un príncipe errante,  

que volvió más osado, más libre y vibrante.

Ya no lame manos, ahora elige sus lazos,  

camina con orgullo, sin deber abrazos.  

Y aún lleva en sus ojos, ese brillo lejano,  

el destello del gato que no teme a lo humano.

Y aunque algo le pasó, más fuerte regresó,  

sigue siendo el felino que el barrio adoptó.  

El gato del barrio, en la calle Eva Perón,  

el que volvió con más garra, el más bravo del montón.

Gaston Gimenez