miércoles, 20 de noviembre de 2024

Estación Lanús


Voy al trabajo, y en Lanús el andén  

calza mis zapatos con pasos cansados,  

subo tus escaleras, alfombra de sol en ruinas,  

que ilumina mis días, mis sueños trillados.  


Vuelvo de La Plata al alba serena,  

cruzo Avellaneda, dos estaciones más,  

y al llegar a Lanús, me recibe tu escena,  

mi hogar adoptivo que hallé ya de grande,  

tu barrio que abriga mi alma errante.  


Lanús, encrucijada de Remedios de Escalada,  

donde el Este resuena en tu canto profundo,  

cobijaste mis pasos en tu trama callada,  

y en tu tango eterno, encontré otro mundo.  


Edmundo Rivero suena en mis auriculares,  

y su voz de trueno se clava entre los rieles,  

cuando canta El Ciruja, los andenes se rebelan,  

y el tren se llena de ecos, de milongas y duendes.  

Los rieles vuelan, el viaje se enciende,  

y el alma del tango en mi pecho se extiende.  


Voces ambulantes, vendedores de palestras,  

chocolates, alfajores, caramelos refrescantes,  

son despertadores del que viene mal descansado,  

pero no te duermas en el Roca, que el aire a veces  

está viciado de pungas y mequetrefes  

que, por cagarte el día, no les importa nada.  

Ellos intentan, pero el tren sigue su marcha,  

y en el andén de barrio no hay espacio para el miedo.  


Berisso es mi cuna, mi raíz sin rieles,  

mas es Lanús quien me abraza en sus andenes,  

donde el tren resuena como un viejo bandoneón,  

y en cada esquina se despliega un rincón.  


Entreveros tienes, Lanús, por ser de esencia granate,  

sangre que hierve y bate,  

pa' cuidar la noche errante,  

donde el barrio resiste, vigila y canta.  


La madrugada viste tu esencia en penumbras,  

las guitarras lloran y la milonga retumba,  

en tus patios sureños florecen los cantares,  

y las sombras se alargan en valses y trillares.  


Guitarras y cantos en la bruma del alba,  

tus calles despiertan en milonga y zamba,  

y yo, viajero eterno, me dejo llevar,  

por tus vías que nunca dejan de sonar.  


Lanús, barrio querido, refugio tan fiel,  

eres faro y abrigo al final de mi viaje,  

y en tu andén de memorias, mis pasos se aquietan,  

en el abrazo infinito de tu paisaje.  


Gastón Gimenez 


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