Su suave búsqueda, a veces opuesta al deleite salvaje,
en sus ojos un reflejo de misterio y pasión,
conoce los recovecos donde se esconde el viaje,
y en su piel, la tentación, se vuelve canción.
Para seducir a través de su mirar,
ya no hay sombra que oculte lo que el alma desea,
insinúa y en su gesto hace el alma titilar,
su presencia es el viento que en mi corazón pasea.
Es paradójico, cómo el encanto perfuma sus palabras,
como un susurro que embriaga el aire que respira,
y en un simple gesto, su poder no tarda,
pues hace de lo efímero, una eterna dicha que gira.
Ella conoce mi sendero, y vuela en mis alas,
como un ave que se eleva entre el cielo y el mar,
en sus ojos veo el reflejo de las estrellas,
y en su amor, la eternidad comienza a cantar.
Lo eterno del momento, se vuelve gigante,
con tan solo mirarla, el tiempo se quiebra y se va,
en su mirada, la esencia se vuelve amante,
y en su boca, el amor renace, eterno y en paz.
Gastón Gimenez
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