Suerte del espanto, que muere en el sueño,
lo real se devora el oscuro incierto,
las sombras acechan, y en su ceño,
perplejidades asoman, el alma, despierto.
Perlas jaspe y un aroma profundo,
perpetran la sombra que danza, que acude,
insinúa y musa libre, despojada del mundo,
su oda se alza, mientras el viento la cuelgue.
¡Qué clara es la luna! cuando invita a escribir,
roza el alma, lo fecunda, lo eleva, lo guía,
y lo saca de la matriz infortuna, a surgir,
tras las tinieblas, hacia la luz de otro día.
No caeré en la trampa de los clones vacíos,
con cerebros pre-fabricados, de humo y cristal,
el pre-pensado lo dejo a la pre-piza,
yo elijo el queso, el sabor de lo real.
Y aunque la noche, susurrante, amenaza,
con sus sombras de mentira, llena de desvelo,
seguiré caminando, no me cansa
la verdad que brota, surgiendo del cielo.
Así, en esta senda, no dudaré de mi destino,
que el eco de mis palabras desafíe al olvido,
sin caer en la trampa, con un paso divino,
porque el alma es libre, y el miedo ha quedado rendido.
Gastón Gimenez
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