La luz comienza su tibio despertar,
amanece mi sueño en tu designado amar.
¿Qué razones esconde el eterno silencio,
que me deja sin hablar, perdido en tu aliento?
Destella el veneno, tan dulce y sutil,
que en tus labios probé, mortal y febril.
Veneno que embriaga, que enciende la vida,
y al tocarme el alma, mi calma liquida.
Eres sombra y guía de lunas errantes,
yo, payaso triste de gestos distantes.
Desarmo mis risas al verte llegar,
y entre sombras danzamos, sin pausa, sin par.
Pirueta de cuerpos jugados al viento,
es baile de estrellas y risas al tiempo.
Tu dulce vibrar es un cielo encantado,
donde pierdo la brújula, en ti atrapado.
Reposan mis noches en juegos de manos,
caricias que callan los miedos humanos.
Y si frenas, amor, que sea mi fin,
pues sin ti, esta vida no tiene un jardín.
En la próxima vida, si debo esperar,
sé que tus risas me van a llamar.
Seré yo quien vuele, de nuevo a tu lado,
y juntos, seremos un eco encantado.
La luna se rinde al verte brillar,
el tiempo se esfuma, no sabe avanzar.
Ven, dame tus labios, dame tu veneno,
que en tu dulce amor hallé mi terreno.
Y si el amanecer nos vuelve fugaces,
siendo tú mi verdad, que nada me abrace.
En tu sombra y tu luz quiero descansar,
donde el veneno y la risa no sepan parar.
Gastón Gimenez
No hay comentarios.:
Publicar un comentario