miércoles, 20 de noviembre de 2024

Siendo

 Recovecos que la mente guarda,

sin asombro se reclutan,

frases que al viento disfrutan,

de una musa que desangra.

Astuta, vaga en la penumbra,

y entre sombras nunca alumbra.


La vi pasearse largamente,

por mi sombra sin sombrero,

camina al sol, firme y austero,

de la infinita rima, valiente.

Recuerdo solo lo que asombra,

aunque el pasado me desborda.


Renegué de mis entreveros,

amados por ser tan ciertos.

Saliendo ileso de desiertos,

llegué al cruce de senderos.

Un bruto sortilegio amargo,

me pedía el alma a cambio de cargo.


¡Qué paradoja la sonrisa!

Que en su huida se encoleriza.

Y en la tristeza, a solas, llora,

su alma implora, mientras demora.

El llanto arrastra su penuria,

en silencio, su propia furia.


Veo que no miran al mirar,

cuando ven sin ser vistos,

callan de imprevisto,

y sus ropajes son de ocultar.

Un camuflaje de almas rotas,

perdidas entre sus derrotas.


Río y aprendo, vuelvo a intentar,

me levanto del suelo frío.

Suelo ser sonrisa y brío,

aunque también me toca llorar.

Pero al mirar de frente al quebranto,

digo firme: "¡Me importa un carajo!"


Así sigo, sombra y sol,

alma errante, destino audaz.

Entre el caos y la paz,

soy mi pena, soy mi rol.

Y si el viento me derriba,

me levanto, pues soy vida.

Gastón Gimenez


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