Tan inmensa profundidad al mirar,
los campos que la ruta me ilustra,
desde una ventana adusta,
el silencio majestuoso al pasar.
Es un coro en verdes suelos,
que alimenta mis anhelos.
Toda inmensidad vacía,
¡Qué espectáculo hermoso y cruel!
Entre sombras y luz fiel,
mi alma busca su armonía.
En cada pausa se detenía,
la máquina, perpetuando su guía.
Observaba feliz la calma,
que un instante allí moraba,
¿Será que el cemento arrasaba
y me adoquinaba también el alma?
La mente se queda dormida,
atrapada en su rutina.
Ansío llegar a tus verdes sendas,
tener una huerta pequeña,
saludar al sol que se empeña
en calentar tierras que atiendas.
Allí quiero vivir lo poco que queda,
desnudo de prisas, lejos de la rueda.
La ruta se pierde en mi pensamiento,
mientras el cielo dibuja promesas.
Los campos susurran, sin asperezas,
un canto que mezcla tierra y viento.
Y el viaje, entre polvo y lamento,
se vuelve mi sueño, mi fundamento.
Volveré a la calma sencilla,
a cosechar la luz del día,
a encontrar en la tierra mía
la paz que el cemento aniquila.
El arte del mundo se maravilla,
en su pureza, mi vida ansía.
Gastón Gimenez
No hay comentarios.:
Publicar un comentario